El Gobierno de España anunciaba este sábado la puesta en marcha de un plan de salud mental. Entre las medidas destacan la creación de un teléfono de atención al suicidio que estará disponible las 24 horas y la creación de la especialidad de Psiquiatría Pediátrica en la próxima convocatoria. Hablamos con José Delgado, enfermero especialista en salud mental con motivo del Día Mundial de la Salud Mental
Domingo, 10 de octubre de 2021.- También ha anunciado que se propone mejorar la atención en salud mental, tanto hospitalaria como primaria, y es que la precariedad de la red asistencial pública y la desigualdad económica, son factores que dificultan el acceso equitativo a la hora de recibir cuidados en salud mental. Por esta razón, el lema de este año del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre, es “Atención de salud mental para todos: hagámosla realidad”.
El enfermero José Delgado está graduado en Enfermería y Psicología, y especialista en salud mental, además de ser vocal de la Junta de Gobierno de la Organización Colegial de Enfermería de Ourense. En estos momentos se encuentra en Salud Mental en Agudos en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense.
España es, junto con Portugal, el país de la Unión Europea con más consumo de ansiolíticos, sedantes e hipnóticos, ¿a qué se deben estas cifras? ¿Tiene la sociedad española más problemas mentales que un danés o un polaco?
Es difícil saberlo con seguridad. Hay muchos factores que pueden influir, no siempre ese consumo de fármacos está relacionado con una dolencia mental como tal, y los criterios para considerar un determinado problema como patología pueden ser distintos entre países, e incluso estar influenciados por idiosincrasias culturales.
Lo que sí está ocurriendo en España es que hay todavía una red asistencial de salud mental insuficiente a nivel extrahospitalario, y demoras en muchas ocasiones excesivas para dispositivos de consultas. Esto se debe a la infradotación de profesionales de salud mental en relación a la demanda que existe, a lo que hay que sumar que la Atención Primaria está sobrecargada. El médico de familia es el primer filtro por el que pasa el usuario y dispone de pocos minutos de consulta; en ese rato no da tiempo a escuchar lo suficiente al paciente, a lo que hay que sumarle las dificultades de derivación a otros especialistas.
Esto provoca que, sin querer restar importancia al tratamiento farmacológico, en ocasiones es la única ayuda que se recibe, cuando en algunos casos concretos sería prescindible y en todos ellos lo ideal sería que esta prescripción fuera acompañada de un apoyo psicológico para ayudar a afrontar el problema.
Habrá casos que requieran el consumo de ansiolíticos, antidepresivos… Pero, ¿existe entonces demasiada flexibilidad a la hora de recetar este tipo de medicamentos?
Existen mecanismos de control a la hora de prescribir, pero también es cierto que en ocasiones la presión asistencial excesiva puede motivar que se resuelva la consulta con una receta de benzodiacepinas que, además de ser en ocasiones innecesaria, no soluciona del todo el problema.
Más de dos millones de españoles consumen ansiolíticos a diario, ¿hace falta más control de los tratamientos, o tenemos que trabajar más en prevención y cuidado de la salud mental antes de sufrir una crisis?
Sin duda el camino fundamental es trabajar en la promoción y prevención, tal como se estableció por varios organismos como la OMS en la Carta de Ottawa, la UNESCO y como está ampliamente demostrado en la producción científica.
Esta prevención no solo se debe llevar a cabo antes de sufrir la crisis, sino para evitar una nueva o alargar lo máximo posible los espacios de tiempo entre las mismas cuando resultan inevitables.
El lema de este año para conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental es “Atención de salud mental para todos: hagámosla realidad”. ¿No todos tenemos las mismas facilidades para acceder a cuidados de salud mental? ¿Cómo se consigue democratizar el acceso?
La mayor parte de los trastornos mentales comunes son atendidos a nivel de sanidad pública por el médico de Familia, debido a la saturación de los servicios de salud mental por la insuficiente dotación de profesionales.
En general hace falta mucho tiempo de espera para ser atendido en una primera consulta, y el tiempo entre citas -suelen ser meses- es en muchas ocasiones insuficiente para hacer un seguimiento adecuado. Para una mayor “democratización” del acceso habría que reforzar la Sanidad Pública en Salud Mental.
¿Es la barrera económica otro impedimento para muchas personas a la hora de solicitar ayuda?
Sin duda alguna. Dada la situación de escasez de profesionales de salud mental en la Sanidad Pública, el hecho de poder permitirse una consulta privada en salud mental hace partir con ventaja a las personas con más recursos económicos, sobre todo si hablamos de casos de Trastornos Mentales Graves, y esto genera desigualdad.
Además, los colectivos más vulnerables a la hora de sufrir problemas de salud mental, son también los que disponen de menos medios económicos. Por esta razón, una de las medidas más importantes de prevención en salud mental es atender a las necesidades económicas, sociales y de vivienda.
¿Por qué es tan importante reforzar el personal de salud mental, especialmente la Enfermería?
Las enfermeras especialistas en salud mental, además de estar en Unidades de Salud Mental o en el Hospital, abordan de una forma integral las necesidades de salud a nivel individual y comunitario: apoyo en las actividades de la vida diaria del paciente, establecen enlaces con otros profesionales, realizan labores de psicoeducación, y un largo etcétera. En general, cuidados a todos los niveles que, además de servir de prevención y tratamiento, detectan precozmente los primeros indicios de crisis o recaídas, evitando, con un abordaje rápido de las mismas, un gran número de ingresos hospitalarios.
Durante el confinamiento el consumo de ansiolíticos aumentó entre un 10 y 15%. ¿Cómo evitamos que acabe en adicción?
Para evitar la adicción es necesario por parte del usuario que siga las indicaciones del prescriptor, no excediendo la dosis ni el tiempo indicado y evitando automedicarse; por parte del profesional, disponer de un número de consultas suficientes para revisar y ajustar el tratamiento.
Se ha hablado mucho de las consecuencias económicas y sanitarias de la pandemia, pero ¿qué hay de las consecuencias en salud mental?
Recuerdo que ya en los primeros meses de la pandemia se preveía que la “última ola” sería en forma de problemas de salud mental, hasta tal punto era previsto que se ha notado un incremento de las contrataciones en profesionales de Salud Mental en el Sergas.
Los casos más comunes son situaciones de estrés postraumático, cuadros de ansiedad y estrés, causados por las pérdidas o enfermedades graves de familiares, también por mala tolerancia al confinamiento y aislamiento. Los cuadros patológicos mentales se han desarrollado en individuos susceptibles de sufrirlos, pero también hay casos de agravamiento de problemas previos.
A esto hay que añadir que los síntomas prolongados en pacientes que han sufrido Covid-19 generan un gran malestar psicológico, como el agravamiento de la astenia (cansancio extremo permanente), que dificulta en gran medida llevar una vida normal. Además estamos ante una enfermedad alrededor de cuyos efectos secundarios todavía hay desconocimiento y esto provoca que, en ocasiones, se le atribuya erróneamente un origen psicosomático o depresivo, contribuyendo más a la frustración del paciente que no encuentra una solución real a su problema.
Los niños, adolescentes y personas mayores han sido los más afectados por la pandemia, ¿es más complejo detectar problemas de salud mental en estos casos?
Puede que en niños y adolescentes haya más resistencia a acceder a una consulta de salud mental si es la primera vez, por el estigma que esto conlleva. En el caso de las personas mayores, en ciertos casos puede ser difícil hacer un diagnóstico concreto: hay que diferenciar estos síntomas de otras patologías de tipo orgánico similares.
No obstante, el hecho de ser los más afectados a raíz de la pandemia no sería atribuible a esto, sino a ser colectivos más vulnerables a sufrir, ya en un contexto normal, una crisis que desemboque en una patología mental. La pandemia lo que ha hecho es agravar su situación.
Según datos del Consejo Internacional de Enfermería (CIE), el 80% de las enfermeras de nuestro país sufren ansiedad a raíz de la pandemia, y se han incrementado en un 20% el número de profesionales que sufren problemas de salud mental. ¿Existen vías excepcionales para que estas profesionales reciban asistencia en cuidados de salud mental? ¿Se acude a ellas?
Hay un programa específico de atención a sanitarios en el Sergas, con una atención liderada por profesionales de salud mental para abordar los problemas de ansiedad, síndrome de burnout,..., generados a raíz de la pandemia.
Es una medida idónea y necesaria. No obstante, es imprescindible que esto vaya acompañado de una menor precariedad laboral y de medidas de conciliación familiar que, con la irrupción de la pandemia, lejos de fomentarse, se restringieron todavía más en determinadas categorías profesionales, como la de Enfermería.
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, mencionaba que uno de los pilares de la Estrategia Nacional de Salud Mental será la lucha contra la estigmatización y el fomento de la visibilidad social de los trastornos de salud mental ¿Por qué, como sociedad, nos cuesta hablar de ello? ¿Son un tema tabú las enfermedades mentales?
Sí que hay un estigma sobre las enfermedades mentales y una preocupación por esconder con especial recelo el tener un problema de salud mental.
El hecho de “etiquetar” con un diagnóstico a una persona ya le hace daño por la connotación social que supone. Hay falsos estereotipos provocados por la falta de información y nos encontramos con noticias de sucesos en las que se incide de forma excesiva en la enfermedad mental de la persona implicada, con lo que se genera que la sociedad vea estas dolencias como peligrosas. Todo hace mella, de la misma forma que está haciendo mucho bien que personalidades famosas hagan públicas sus dolencias, ayudando a derribar estos estigmas y haciendo sentirme mejor a personas con el mismo problema.
El lenguaje, la forma de nombrar las cosas y de expresarlas también es importante, más de lo que parece. Es un tema en el que hay que seguir trabajando y en el que los profesionales sanitarios también tenemos responsabilidad, a través de la educación sanitaria a la comunidad.
Darias expresaba su preocupación por el trabajo de prevención, detección y atención de estos pacientes, ¿es esta realmente la clave para mejorar la salud mental de nuestra sociedad? ¿Qué podemos hacer, a nivel individual, para ayudar a conseguir una sociedad más sana?
Es clave este trabajo de prevención, detección y atención. A nivel individual, debemos procurarnos unos hábitos de vida saludables a nivel de alimentación, ejercicio y relaciones sociales. De cara a la mejora de la salud mental de la sociedad son claves las intervenciones en los primeros momentos de la vida, el control del entorno, los estilos de vida, las relaciones sociales, la educación para la salud, detecciones precoces de trastornos del aprendizaje y de consumo de tóxicos. Es muy importante, también, evitar en la medida de lo posible el deterioro de la persona tras las fases activas de la enfermedad y también las recaídas, para lo que es fundamental promover la reinserción social.
[Nota: esta entrevista fue realizada antes del anuncio del Gobierno de la creación del plan de salud mental]