“Me di cuenta de que la vida me había dado otra oportunidad". El relato de dos personas que conviven con diabetes y la enfermera que les enseña cómo hacerlo

La diabetes tipo 2 afecta en España al 14% de las personas mayores de edad, pero con las preocupantes cifras que se manejan de obesidad y sobrepeso infantil y juvenil en nuestro país, se espera que la cifra vaya en aumento en los próximos años. A pesar de esto, la diabetes parece seguir siendo una enfermedad que la sociedad asocia, de forma errónea, únicamente con la ingesta exagerada de dulces. Por el Día Mundial de la Diabets hablamos con dos personas que padecen diabetes mellitus tipo 1 y tipo 2 y con la profesional sanitaria que les hace su convivencia con esta enfermedad crónica más fácil: la enfermera educadora en diabetes

 

 

Ourense, domingo 14 de noviembre de 2021.- Cuando a una persona le diagnostican diabetes mellitus y se le explica que es una enfermedad que le acompañará durante toda su vida, las reacciones son varias. Desconcierto. Miedo. Incluso shock. “Me lo tomé muy mal, no lo aceptaba”, explica Belén González Cerqueira, que convive con una diabetes tipo 1. Rafael Cedeño tampoco se imaginaba que ese temblor en su pie izquierdo que no le dejó caminar durante varios días fuese a causa del elevado nivel de glucosa que tenía en sangre cuando ingresó en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense: “Yo le preguntaba a las enfermeras cuándo me iban a tratar del pie porque yo pensaba que estaba relacionado con mi columna. Y me dijeron ‘Eso no es lo que tienes”.

“Depende de la edad, pero la pregunta más común cuando hacemos un diagnóstico es ‘¿Puedo salir a tomar algo con mis amigos?’. La respuesta es sí, pero tienes que saber cómo va a influir esa caña en tus niveles de glucosa y cómo actuar en consecuencia”, explica María José Menor, enfermera educadora en diabetes en el CHUO, investigadora y vicepresidenta del Colegio Oficial de Enfermería de Ourense.

Aunque es una enfermedad que en 2014 afectaba a 422 millones de personas en todo el mundo, según la OMS, todavía existe un desconocimiento en torno a esta enfermedad crónica. Estudio Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., una iniciativa del Ministerio de Sanidad para analizar las dimensiones del problema sanitario de la diabetes en España, estima que casi el 14% de las personas mayores de 18 años padecen diabetes tipo 2: son más de 4 millones de personas, y alrededor del 40% no estarían diagnosticadas, es decir, desconocen que padecen la enfermedad. “El problema es que es una enfermedad silenciosa, no duele”, explica Menor.

¿A qué síntomas debemos prestar atención? ¿Cuándo debemos acudir a un profesional sanitario? “Cuando nos viene un paciente miramos si tiene clínica cardinal o no. Esto quiere decir que cuando una persona sin una justificación aparente presenta polidipsia (sed excesiva), polifagia (mucha hambre también injustificada, no relacionada con un aumento de ejercicio), poliuria (incremento de las micciones) y una importante pérdida de peso, entonces podemos estar ante un caso de una diabetes mellitus tipo 1”, explica Menor. Este tipo de diabetes tiene en nuestro país una prevalencia del 3,4%, según datos del Ministerio de Sanidad. Los pacientes con diabetes tipo 1 se ven obligadas a inyectarse insulina diariamente para reemplazar la función que el páncreas no está realizando porque su sistema autoinmune ordena la destrucción de las células beta que produce este órgano.

Este es el caso de Belén González Cerqueira, cuyo tratamiento implica insulina rápida, insulina lenta y una dieta muy estricta, además de la realización de ejercicio de forma diaria. Pero su debut en la enfermedad no fue a través de la identificación de los síntomas con los que suele manifestarse una diabetes tipo 1, sino que se produjo durante su primer embarazo: “En un control me diagnosticaron diabetes gestacional y me dijeron que iba a desaparecer en cuanto tuviera el bebé, pero me volvieron a hacer las pruebas y me confirmaron que era diabética”. De esto hace ya 19 años. “Al principio solo me tenía que pinchar a mediodía, pero después mi padre enfermó y al poco tiempo falleció, nos mudamos de Suiza a España, fueron unos cambios muy importantes que hicieron que me fuera imposible controlar la enfermedad”, recuerda Cerqueira. 

Saber controlar las emociones es tener a raya la diabetes

Si bien existe una relación entre la diabetes y el azúcar, la sociedad cree de forma errónea y generalizada que la enfermedad es fruto solamente del consumo excesivo de alimentos como dulces o bollería. Pero existe un gran desconocimiento de la influencia de la parte emocional tanto a la hora de producir la aparición de la enfermedad como para controlar los niveles de glucosa en sangre una vez ya diagnosticada. “En aquel momento -recuerda Cerqueira- ya me tuvieron que ingresar con el azúcar a 600, estuve en la UCI, y todo tenía un origen emocional”. Las dificultades para controlar la diabetes durante ese tiempo le han provocado efectos secundarios importantes como insuficiencia renal, problemas de pie y unas analíticas en las que los resultados relativos al colesterol o la tensión nunca son los deseados.

Belén Cerqueira trabaja de portera en el colegio Salesianos de la ciudad: “Aquí tuvimos el primer brote de Ourense y como tengo diabetes soy una persona de riesgo. Psicológicamente fue terrible”. La irrupción de la pandemia supuso para ella una nueva batalla para conseguir tener la diabetes controlada. “Fue muy difícil. Yo salgo a caminar todos los días, es mi terapia, salgo a andar y me despejo. Es una forma de quemar mi azúcar y de sentirme bien. Decidimos entonces comprarnos una cinta estática y una elíptica. Además mis hijos se implican mucho conmigo y hacíamos clases de zumba o tonificación”, recuerda.

Desde su debut en Suiza y durante los años que ha vivido en España, Cerqueira había confiado su salud a los profesionales de la sanidad privada hasta hace apenas un año. Considera que no supieron hacerle un diagnóstico adecuado de su enfermedad, algo que influiría negativamente en su evolución: “Entre otras cosas, me decían que podía comer de todo: espaguetis, arroz, carne roja… Y realmente no era así. Tampoco tenía un aparato de seguimiento continuo. No salió bien la cosa”. A finales de 2020, sufrió una recaída que la llevó de nuevo a ingresar en un hospital, en esta ocasión en el CHUO. “Ingresé el día de Nochebuena con unas analíticas muy malas, en todos los sentidos. En ese momento me di cuenta que quizás debería ponerme en manos de otros profesionales”. 

La confianza entre la educadora en diabetes y su paciente, clave en la evolución de la enfermedad

Fue aquí cuando María José Menor se convirtió en su educadora diabética. “Desde entonces estoy encantada, me ayuda mucho, me calma. Hace 19 años que padezco diabetes y este último ha sido en el que mejor he convivido con la enfermedad. Gracias a ella la he aceptado y me he mentalizado de que soy yo la que me tengo que cuidar a mí misma”, explica. 

La figura de la enfermera educadora en diabetes ha sido fundamental para Belén: “Tener una persona como María José que me aconseje, me asesore, que se preocupe por mí y me felicite cuando hago las cosas bien, es primordial para mí”. La confianza entre paciente y profesional es clave para el éxito en el control de la enfermedad. “Tiene que existir una relación muy cercana, sino el paciente está abocado al fracaso. Creo que yo en la mayor parte de los casos la tengo: me cuentan cuando se van de copas, de cañas. No pasa nada, todos nos hemos ido de viaje y desayunamos en el buffet del hotel; lo importante es saber cómo influye esa actuación en tu enfermedad, todo lo demás se puede corregir”.

La labor que realizan estas profesional es igual de importante en el debut del paciente como en la posterior convivencia con la enfermedad. Al principio el seguimiento es continuo: “Los vemos de forma muy seguida. Cuando los pacientes debutan voy a planta a verles y una vez reciben el alta, a los dos o tres días ya les cito en mi consulta”. A partir de ese momento las citas se van espaciando en el tiempo en función del comportamiento de la persona, “lo vamos haciendo de esta manera hasta que soy consciente de que el paciente realmente ha adquirido todas las habilidades y competencias para manejar su enfermedad”, cuenta María José Menor.

"Me di cuenta de que la vida me había dado otra oportunidad"

Rafael Cedeño ya hace 6 meses que no está citado por María José Menor, tiene su diabetes controlada con una pastilla por la mañana y por la noche, además de una inyección de insulina a mediodía. “No sé si es porque fui militar, pero soy muy disciplinado. Yo le prometí a María José que podrían verme en el hospital otra vez, pero no por la diabetes”, dice Cedeño. Para este paciente, el diagnóstico de diabetes supuso un antes y un después: “Me di cuenta de que la vida me había dado otra oportunidad. Hay que tener mucha fuerza de voluntad, y yo la tuve. Mi familia pensó que yo no iba a caminar nunca más: mi pie temblaba las 24 horas del día y si caminaba, me caía. Pensaba que era debido a las últimas vértebras de mi columna, porque unos días antes mi familia me llevó al hospital y ese fue el diagnóstico”, recuerda Cedeño su situación antes del 5 de marzo de 2021, cuando le fue diagnosticada una diabetes tipo 2. 

Si bien la comunidad científica considera que la diabetes tipo 1 está más ligada a mutaciones genéticas y factores ambientales, no ocurre lo mismo con la diabetes mellitus tipo 2, cuya aparición está especialmente vinculada al estilo de vida de la persona en cuestión. “Mi médica de cabecera me decía: ‘Rafael, cuidado que estás en 200’. Y nunca le hice caso. Comía y bebía mucho. Mi familia me decía: ‘Rafael, a caminar’. Pero yo no iba. Yo me quedaba en el sofá viendo la televisión. Ingresé con más de 400”, explica Cedeño. 

Pero estos malos hábitos no son exclusivos de Rafael o de una pequeña parte de la población. Todo lo contrario, afecta a los más pequeños: España se sitúa, con un 40% de niños y niñas con sobrepeso u obesidad, a la cabeza de Europa. “Hace unos años se relacionaba la diabetes mellitus tipo 2 con malos hábitos alimenticios, sobrepeso y sedentarismo en personas de cierta edad, adultas. Ahora cada vez la vemos más en jóvenes y niños”, analiza Menor.

No hace falta profundizar demasiado para descubrir que aquellas enfermedades ligadas a una mala alimentación afectan en especial a las familias con unos ingresos inferiores que la media. Menor cuenta que ella y sus dos compañeras han “podido detectar en nuestras consultas de educación diabetológica a raíz del confinamiento y la pandemia el  empobrecimiento de muchas familias. Tenemos pacientes que ya tratábamos y que han empeorado considerablemente, porque no tienen el poder adquisitivo para comprar alimentos frescos o no procesados, entonces se nutren fundamentalmente de arroces, galletas, patatas… Esto ha hecho que haya empeorado su salud en relación a la diabetes que padecen”.

Otro de los principales desencadenantes de la diabetes, y de otras muchas enfermedades a nivel cardiovascular o renal, es el sedentarismo: “Ha habido una involución: la tecnología nos ha llevado a un punto en el que en vez de ayudarnos a ser más activos, ha hecho que la población sea más sedentaria. Pero aún estamos a tiempo”, alerta la vicepresidenta del COE de Ourense.

Rafael Cedeño pasó de estar toda la tarde en el sofá “viendo Masterchef, España Directo, con toda esa comida que sale y yo solo pensaba ‘Cuando acabe el programa voy a ir a comerme ese chuletón” a que el ejercicio físico se convierta en su rutina: “Salgo a andar y cuando llueve hago bicicleta”. “La promoción de la salud es el primer paso, pero en lugar de abordar esta enfermedad con carácter preventivo vamos en una línea correctiva. La clave es la educación: si a los niños desde pequeños en el colegio y en casa se les enseñan pautas de vida saludables,si ven que sus padres hacen ejercicio o limitan el tiempo que están sentados delante del ordenador, ellos van a imitar esos comportamientos”, explica la enfermera.

"Lo bueno que tiene la diabetes es que te permite llevar tu vida con normalidad"

Que la diabetes sea una enfermedad crónica no quiere decir que sea incompatible con llevar una vida normal. Implica, por lo general, tener una alimentación equilibrada y realizar ejercicio físico con regularidad. “Lo primero que le digo a mis pacientes es ‘Tú tienes diabetes, no eres un diabético'. Parece una tontería pero no lo es; necesitan entender que padecen una enfermedad que requiere de determinadas pautas, pero que pueden seguir con su vida con normalidad”, recuerda la educadora en diabetes. “Tenemos pacientes que se van de Erasmus, que son deportistas de alta competición, en definitiva, que hacen vida normal con sus controles. Lo bueno que tiene la diabetes es que te permite llevar tu vida con normalidad. Piensa que un paciente que necesita una hemodiálisis tiene que estar continuamente conectado a una máquina, porque si no lo hace, se intoxica a sí mismo. Con la diabetes hoy en día, con toda la tecnología, las herramientas, que manejamos, permite que el paciente sea totalmente autónomo”, explica.

Aunque la cura a la diabetes no parece estar cerca, sí es cierto que fruto de la investigación se han desarrollado técnicas y herramientas que permiten al enfermo una mayor independencia. Belén Cequeira es una de las pacientes que se ha beneficiado de estos avances. Tiene implantado un dispositivo de monitorización continua con el que ella misma controla sus niveles de glucosa a través de una App es su móvil y a la tecnología NFC. También tiene acceso en tiempo real a estos datos su enfermera, María José Menor, y pueden comunicarse: “En una ocasión me subió mucho de repente por una situación de estrés que viví e inmediatamente le envíe un mensaje explicándole cuál era la razón”. La capacidad que tienen estos dispositivos para predecir hiperglucemias ha ido en aumento: “Le marcamos unos valores objetivos a cada paciente y la bomba es tan moderna que, a través de unos algoritmos aprende del día a día del paciente. Tiene capacidad para predecir cuando ese paciente necesita insulina", explica Menor.

Desafortunadamente, la Seguridad Social no financia estos dispositivos para todos las personas con diabetes. El Ministerio de Sanidad establece que puede beneficiarse de forma gratuíta de estos instrumentos los pacientes con diabetes tipo 1, también los menores de edad, las mujeres con diabetes gestacional y pregestacional, los pacientes pancreactetomizados y algunos pacientes tipo 2 con mal control metabólico, es decir, hipoglucemias repetidas y mantenidas con difícil control.

Las plumas o bolígrafos de insulina, que son el método más extendido para inyectarse insulina por su comodidad y precisión también se están modernizando. Ya pueden verse algunos ejemplares que monitorizan las dosis inyectadas, el tipo o las horas, que permite al paciente llevar un registro más meticuloso y envía avisos o notificaciones que indican si la inyección se ha realizado de manera incorrecta.

El sistema inmunológico de los pacientes que sufren diabetes mellitus tipo 1 da la orden para que las células beta que produce el páncreas se autodestruyan y por lo tanto su cuerpo no puede generar insulina. Hay tratamientos, todavía en fase experimental, cuyo objetivo es reponer esas células a través del implante de células madre y una de las principales líneas de investigación en diabetes se ha centrado en el desarrollo de un páncreas artificial.

Cuando la OMS ya habla de epidemia mundial de diabetes, es trascendental que los estados apuesten por la ciencia y la investigación sobre esta enfermedad crónica. Con las cifras de niños, jóvenes y adultos con obesidad o sobrepeso que se manejan en la actualidad no es descabellado pensar que el número de personas que padecerán diabetes irá incrementándose de forma preocupante. De hecho se espera que a mediados de la década de 2040 la población mundial con diabetes ascienda a 700 millones. 

Pero lo más importante es que desde las administraciones se haga un trabajo de promoción de la salud y de hábitos de vida saludables, que implican más que tener una dieta equilibrada y abandonar el sedentarismo que ya nos identifica como sociedad. La clave es anticiparnos al desarrollo de estas y otras enfermedades que tienen un relación directa con la forma en la que nos cuidamos o dejamos de hacerlo. Porque no hace falta estar enfermo para empezar a cuidarse.











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