"El virus nos lleva una ventaja terrible"

Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Preparación contra las Epidemias, hablamos con Cristina Pérez, enfermera de la unidad de Medicina Preventiva del CHUO, y Ana Isabel González, microbióloga y jefa del servicio de Alertas Epidemiológicas de Ourense. ¿Hemos aprendido lo suficiente de esta crisis sanitaria para hacer frente a una situación semejante? 

 

Ourense, miércoles 29 de diciembre de 2021.- El pasado 2020 la Organización Mundial de la Salud decidió que a partir de ese año el día 27 de diciembre se celebraría el Día Internacional de la Preparación contra las Epidemias con el objetivo de poner el foco en la necesidad de reforzar nuestros sistemas sanitarios y conseguir un acceso equitativo a ellos. De lo contrario, explica António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, “las futuras epidemias podrían ser más intensas y graves que los brotes anteriores”.

Continua Guterres alertando que “debemos aplicar la experiencia adquirida y prevenir la interrupción de los servicios básicos, así como aumentar el grado de preparación para responder cuanto antes y de la manera más apropiada a las epidemias que puedan surgir”.

Es evidente que debemos prepararnos para hacer frente a nuevas crisis sanitarias y el primer paso tiene que ser reflexionar sobre varias cuestiones de la actual provocada por el SARS-CoV-2. Para arrojar un poco de luz sobre esta cuestión, hablamos con Cristina Pérez, enfermera de la unidad de Medicina Preventiva del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense, cuyo trabajo antes de la pandemia consistía principalmente en evaluar la vacunación que pudieran necesitar los pacientes con un perfil más delicado, como inmunodeprimidos o pacientes que están a punto de comenzar un tratamiento de quimioterapia. 

Su realidad es ahora diferente: “En Preventiva hacemos un seguimiento mediante PCR de los pacientes del hospital de forma periódica: cuando ingresan, a los dos días y después cada 7 días. Por otra parte, tenemos el estudio de los trabajadores del CHUO, que es verdaderamente el trabajo más complejo, porque es una plantilla amplísima y hay muchos empleados que por su situación laboral han podido estar en tres unidades diferentes en dos semanas, con lo cual, cuando dan positivo, es muy complicado hacer el retrorastreo”.

Ana Isabel González es microbióloga y, desde 2009, jefa del servicio de Alertas Epidemiológicas de Ourense, donde recogen “información de todos los cauces posibles -laboratorios, sistema asistencial público y privado o instituciones-, ante la sospecha de una posible enfermedad transmisible o que pueda originar un problema para la salud pública, y nos aseguramos de que se toman las medidas oportunas para detectar y evitar su propagación”, explica González.

La finalidad de su trabajo cambió desde el 8 de marzo de 2020 -fecha en la que se detectó el primer caso de coronavirus en Galicia- para centrarse totalmente en la lucha contra este virus. “Imaginé que desde ese día tendríamos una carga de trabajo extra como cuando nos enfrentamos a algún caso de ébola o chikunguya, con actualización continua de protocolos y vigilancia constante. Nunca se me pasó por la cabeza que este virus pudiera trastocar tanto nuestra vida, y la sensación que tengo desde marzo de 2020 es que vamos tarde, que el virus nos lleva una ventaja terrible”, analiza González.

¿Qué hemos aprendido de esta pandemia?

La inmunización de la población es fundamental, y haber conseguido una vacuna en apenas unos meses es un hito histórico: “Para tener una vacuna en el mercado normalmente pasan entre 8 y 10 años, un tiempo con el que ahora no contamos. Confío plenamente en la vacunación, es el arma que tenemos”, explica Cristina Pérez.

Además, con la vacuna conseguimos es reducir la capacidad de transmisión del virus y la posibilidad de que quien se infecte desarrolle la enfermedad con gravedad.

¿Debemos sacarnos de la cabeza la idea de acabar con el virus y aprender a convivir con él?

“Creo que es lo que están haciendo desde los diferentes Gobiernos, apelar a la responsabilidad individual, pero es dificilísimo convivir con este virus. Aprendimos a hacerlo con la gripe; pensamos que si nos contagiamos, tomamos un antigripal y ya está, pero no es así. La gripe, como el coronavirus, tienen muchas complicaciones”, dice González.

Pérez coincide con la microbióloga: “Tenemos que aprender a convivir con el virus como hemos hecho con la gripe. Son virus similares porque mutan mucho, cada año tenemos una variante distinta, y en el caso del covid cada menos tiempo”.

¿Qué certezas tenemos acerca de este virus? 

Su origen: "Este tipo de virus que son mutaciones que afectan a distintos hospedadores suelen venir de Asia, donde la población todavía es predominantemente rural y la relación entre animales y personas es muy estrecha, hasta el punto de que viven en la misma casa. Por eso una de poblaciones diana de la campaña de la gripe son las personas que trabajan con animales. Un empleado de estas características puede tener una gripe y, dadas las circunstancias de su puesto de trabajo, contagiar al animal y producirse una recombinación del virus", explica la jefa de Alertas epidemiológicas.

Es un virus que muta frecuentemente porque es un virus ARN. “El ADN es mucho más fuerte en el sentido de que la posibilidad de que su información genética pueda cambiar es mucho menor. En teoría es más estable que la gripe, pero en marzo de 2020 era la gripe de Wuhan, en enero de 2021 fue la variante alfa y estamos acabando el año con ómicron, después de haber pasado por delta y delta plus. Estamos hablando de una nueva variante cada 6 meses aproximadamente”, reflexiona la microbióloga.

Desde la experiencia de González durante estos meses, el virus se comporta siempre igual. “En todas las olas se repite lo anterior, y llegamos siempre tarde. Se empiezan a notificar contagios, primero de personas que han viajado fuera de Ourense, pero después el perfil ya es diferente. Y cuando hay pocos casos y empiezan a hospitalizar, el virus ya está aquí otra vez”.

¿Qué nos falta todavía por saber acerca del covid-19?

“Estoy convencida de que es selectivo, como puede ser sino que haya familias donde se contagian todos sus miembros menos uno, o que haya personas que pasen el virus más de una vez. Tiene afinidad por algo y todavía se desconoce el qué”, considera González, que no ve fácil lograr una solución a esta incógnita: “Las circunstancias ambientales son tantas y tan diferentes que sacar una conclusión concreta es muy difícil”.

Si es cierto que se han publicado diferentes estudios que hablan de que influiría el tipo de sangre, la edad, - los mayores no generan las mismas defensas-, padecer obesidad y "parece que las personas que no se infectan, por lo que he leído, es porque tienen un mayor número de un tipo de células, las Natural Killer", considera la microbióloga.

“El problema de este virus es que las consecuencias que va a tener a largo plazo son desconocidas. Es como la varicela: si la pasas de niño, es molesto por el picor pero no pasa de ahí, el problema es que el virus se queda en tu cuerpo y cuando bajan las defensas aparece un herpes, que es muy doloroso y tienen muchas complicaciones. La vacuna de esta enfermedad no está pensada para protegerte de padecerla sino de las consecuencias que tiene en el futuro”, explica González.

¿Estamos ahora mejor preparados que hace dos años para hacer frente a una crisis sanitaria de características similares?

La enfermera preventivista cree que sí: “A nivel profesional sí: se ha estudiado mucho acerca del virus durante este tiempo y hay mucha más experiencia en este campo. Sin embargo, yo creo que la sociedad se olvidó muy rápido, se cansó de la situación demasiado pronto y creo que, en parte, por eso estamos así de nuevo”.

“Una pandemia es algo desconocido y, por las circunstancias que tiene, la población no está preparada. Esta crisis nos ha enseñado muchas cosas, pero creo que no estamos preparados para afrontar algo similar. Cuando una situación de este tipo se produce es porque hay algo que no hemos previsto bien”, opina la jefa de Alertas Epidemiológicas.

¿Qué posibilidades hay de que la próxima pandemia que se produzca sea igual de virulenta que esta?

Para la microbióloga, la respuesta está clara: cualquiera. “Los virus son seres vivos que están siempre mutando. Pero el hecho de que una mutación resulte ganadora no se produce tan fácilmente. Y hay que recordar que nuestro cuerpo está preparado para hacer frente a muchas cosas. Por lo tanto, no todos los virus que aparezcan provocarán una pandemia; habrá muchos que sean parecidos a la gripe, y para eso ya estamos protegidos”, reflexiona González.

¿Qué retos tenemos por delante para afrontar satisfactoriamente situaciones similares?

Nos encontramos ahora en plena sexta ola de la pandemia del coronavirus y gracias a la vacunación la virulencia de la enfermedad ha ido decreciendo, pero esto no nos exime de controlar con la misma rigurosidad el avance del virus. 

Por eso, aunque la ocupación hospitalaria y en UCI es menor que el año pasado, quien está sufriendo la sobrecarga de esta ola es la más que desgastada Atención Primaria, que en estos momentos hace seguimiento a alrededor de 24.000 pacientes con covid-19, la cifra más alta desde que empezó la pandemia, y subiendo.

La humanidad, por lo general, ha aprendido algo de todas las crisis a las que se ha enfrentado. Si la gripe española valió a los países para darse cuenta de la importancia de tener un sistema público de salud, esta pandemia ha evidenciado la apremiante necesidad de reforzar todos los estratos de nuestra salud pública, porque esta enfermedad es capaz de colapsar nuestras estructuras sanitarias, incluso las consideradas sólidas.

Evidentemente la gripe española de hace un siglo no fue el mismo tipo de crisis. La mayoría de las personas de todo el mundo vivía en zonas rurales con una densidad de población menor. Estas personas tampoco realizaban los desplazamientos interterritoriales a los que estamos acostumbrados en la actualidad.

También los entornos laborales son muy distintos: “Antes era impensable tener empresas de 1.000 trabajadores donde, en muchas ocasiones, hay comedores comunes, vestuarios. Cuando hay un contagio en una organización de este tipo, ya tenemos que ponernos en contacto con recursos humanos porque el riesgo de contagio es elevadísimo”, relata González.

Todas estas circunstancias, fruto de la globalización, propician la expansión de este tipo de virus, convirtiendo en una tarea prácticamente imposible controlar una enfermedad tan contagiosa como esta que se transmite vía respiratoria.

La interconexión global de todos los territorios es parte del problema, y por ello es fundamental para lograr una solución. María Van Kerkove, jefa técnica de la OMS para el covid, explicaba lo siguiente en una entrevista reciente en El País: “Este es un problema global y necesitamos una solución global, un uso estratégico de las vacunas disponibles. Las dosis de refuerzo tienen un impacto en la producción, con los fabricantes vendiendo al mejor postor. Estamos en contra de poner dosis de refuerzo en algunos países a expensas de las vidas de otras personas. No tiene ningún sentido desde un punto de vista ético, moral, económico o epidemiológico”.

Aunque el final de la pandemia del covid-19 parece estar cada día más cerca, hay otra amenaza inminente: la crisis climática. “El cambio climático va a afectar a las enfermedades que son transmisibles a través de un vector porque su zona de actuación se va a ir ampliando, como es el caso de los mosquitos. Una enfermedad tropical como era la fiebre del virus del Nilo ya se considera autóctona en Valencia o Murcia”, explica la jefa del servicio de Alertas Epidemiológicas. 

Parece evidente que aunque no podamos evitar la aparición y expansión de un virus, si podemos mejorar nuestra capacidad de reacción ante él para que el coste en vidas humanas y socioeconómico sea el menor posible. También parece lógico pensar que la forma de hacerlo es a través del refuerzo de nuestros sistemas sanitarios públicos, mejorando las infraestructuras, las condiciones laborales de nuestros sanitarios y esforzándonos por fomentar la cooperación internacional.


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